lunes, 25 de mayo de 2015

ERIC HOBSBAWM QUIÉN ES QUIÉN O LAS INCERTIDUMBRES DE LA BURGUESÍA

IV
Junto a la vieja burguesía de hombres de negocios o profesionales independientes, y aquellos que sólo reconocían las órdenes de Dios o del estado, apareció ahora la nueva clase media de directivos, ejecutivos y técnicos asalariados en el capitalismo de las corporaciones y la alta tecnología: la burocracia pública y privada, cuya aparición señaló Max Weber.
Al lado de la pequeña burguesía de artesanos independientes y de pequeños tenderos, y eclipsándola, surgió la nueva clase pequeñoburguesa de las oficinas, los comercios y la administración subalterna. Desde el punto de vista numérico, era un sector muy amplio, y el reforzamiento gradual del sector económico terciario a costa del primario y secundario anunciaba una todavía mayor expansión. En 1900, en los Estados Unidos ese estrato social era ya más numeroso que la clase obrera, aunque es cierto que este era un caso excepcional.
Esta nueva clase media y media baja era excesivamente numerosa y, con frecuencia, en tanto que individuos, sus miembros eran insignificantes, su ambiente social demasiado desestructurado y anónimo (sobre todo en las grandes ciudades) y la escala de la economía y la política demasiado amplia para que pudieran tener influencia como personas y familias, en la misma forma que podían tenerla la «clase media alta» o la «alta burguesía». Sin duda, eso siempre había sido así en la gran ciudad, pero en 1871 menos del 5 por 100 de los alemanes vivían en ciudades de 100 000 habitantes o más, porcentaje que en 1910 se había ampliado hasta el 21 por 100. Cada vez más, las clases medias eran identificables no tanto como individuos que importaran como tales, cuanto por signos de reconocimiento colectivo: por la educación que habían recibido, los lugares donde vivían, su estilo de vida y sus hábitos, que indicaban su situación ante otros que tampoco eran identificables como individuos. Normalmente, esos signos de reconocimiento eran los ingresos y la educación y una distancia visible de un origen popular, como lo indicaba, por ejemplo, el uso habitual de la lengua nacional estándar de cultura y el acento que indicaba la clase, en la relación social con otros que no fueran de una clase inferior. La clase media baja, antigua y nueva, era claramente distinta e inferior por sus «ingresos insuficientes, cultura mediocre y cercanía a los orígenes populares»[29]. El principal objetivo de la «nueva» pequeña burguesía era el de distinguirse lo más posible de la clase obrera, objetivo que, por lo general, les inclinaba hacia la derecha radical en su posición política. La reacción era su forma de esnobismo.
La segregación residencial —casi siempre en un barrio adecuado— era una forma de estructurar a esas masas de vida confortable en un grupo social. Como hemos visto, la educación era otro procedimiento. Ambos aspectos estaban vinculados por una práctica que se institucionalizó en el último cuarto del siglo XIX: el deporte. Formalizado en ese período en el Reino Unido, que aportó el modelo y el léxico, se extendió como la pólvora a otros países. En un principio, su forma moderna estaba asociada con la clase media y no necesariamente con la clase alta. En ocasiones, los jóvenes aristócratas, caso del Reino Unido, podían intentar algún tipo de hazaña física, pero su especialidad era el ejercicio relacionado con la monta, la muerte o, al menos, el ataque de animales y personas: la caza, el tiro al blanco, la pesca, las carreras de caballos, la esgrima, etc. De hecho, en el Reino Unido, la palabra deporte se reservaba originalmente para ese tipo de actividades, mientras que los juegos y las pruebas físicas que ahora llamamos deporte eran calificados como «pasatiempos». Como de costumbre, la burguesía no sólo adoptó sino que transformó formas de vida aristocráticas. Por su parte, los aristócratas también se dedicaban a actividades sumamente costosas, caso del automóvil, recientemente inventado, que fue correctamente descrito en la Europa de 1905 como «el juguete de los millonarios y el medio de transporte de la clase adinerada»[31].
Los nuevos deportes llegaron también a la clase obrera; ya antes de 1914 algunos de ellos eran practicados con entusiasmo por los trabajadores —en el Reino Unido eran aproximadamente medio millón los que practicaban el fútbol— y eran contemplados y seguidos con pasión por grandes multitudes. Este hecho otorgó al deporte un criterio intrínseco de clase, el amateurismo, o más bien la prohibición o segregación estricta de casta de los «profesionales». Ningún amateur podía sobresalir auténticamente en el deporte a menos que pudiera dedicarle mucho más tiempo de lo que era factible para las clases trabajadoras, salvo que recibieran un dinero para practicarlo. Los deportes que llegaron a ser más característicos de la clase media, como el tenis, el rugby, el fútbol norteamericano, todavía un deporte de estudiantes universitarios a pesar del gran esfuerzo que exigía, o los todavía poco desarrollados deportes de invierno, rechazaban tenazmente el profesionalismo. El ideal amateur, que tenía la ventaja adicional de unir a la clase media y a la nobleza, se encamó en la nueva institución de los Juegos Olímpicos (1896), creación de un admirador francés del sistema británico de escuelas privadas, que surgió en tomo a sus campos de deporte.
Que el deporte era considerado como un elemento importante para la formación de una nueva clase dirigente según el modelo del «caballero» burgués británico de escuela privada resulta evidente por el papel que correspondió a las escuelas en su introducción en el continente. (Frecuentemente, los futuros clubes profesionales de fútbol estaban formados por equipos de trabajadores y del personal directivo de empresas británicas asentadas en el extranjero). Es indudable también que el deporte tenía una vena patriótica e incluso militarista. Pero también sirvió para crear nuevos modelos de vida y cohesión en la clase media. El tenis, que comenzó a practicarse en 1873, no tardó en convertirse en el juego por excelencia de los distritos de clase media, en gran medida porque podían practicarlo miembros de ambos sexos y, por lo tanto, constituía un medio para que «los hijos e hijas de la gran clase media» hicieran amigos que no habían sido presentados por la familia, pero que con toda seguridad eran de la misma posición social. En resumen, ampliaban el reducido círculo familiar y social de la clase media y, a través de la red de «clubes de tenis», fue posible crear un universo social al margen de los núcleos familiares autónomos. «El salón del hogar no tardó en quedar reducido a un lugar insignificante»[32]. El triunfo del tenis resulta inconcebible sin la creación de barrios típicos de clase media y sin tener en cuenta la creciente emancipación de la mujer de clase media. El alpinismo, el nuevo deporte del ciclismo (que se convirtió en el primer deporte de masas, entre las clases trabajadoras en el continente) y los más tardíos deportes de invierno, precedidos por el patinaje, también se beneficiaron de forma importante de la atracción de los sexos y, por esa razón, desempeñaron un papel importante en la emancipación de la mujer.
También los clubes de golf desempeñarían un papel importante en el mundo masculino anglosajón, entre las profesiones liberales y hombres de negocios de clase media. Ya hemos visto antes un ejemplo temprano de un acuerdo de negocios sellado en un campo de golf. El potencial de este deporte, que se practicaba en amplios campos al aire libre, caros de construir y de mantener por los socios de los clubes de golf, cuya existencia iba dirigida a excluir social y económicamente a todo tipo de extraños considerados inaceptables, impacto en la nueva clase media como una súbita revelación. Antes de 1889 sólo existían dos campos de golf en todo Yorkshire (West Riding). Entre 1890 y 1895 se inauguraron un total de 29[33]. De hecho, la extraordinaria rapidez con que todas las formas de deporte organizado conquistaron la sociedad burguesa entre 1870 y los primeros años del siglo XX parece indicar que el deporte venía a satisfacer una necesidad mucho más amplia que la del ejercicio al aire libre. Paradójicamente, al menos en el Reino Unido, en la misma época surgieron un proletariado industrial y una nueva burguesía o clase media conscientes de su identidad, y que se definían, frente a las demás clases, mediante formas y estilos colectivos de vida y de actuación. El deporte, creación de la clase media transformada en dos vertientes claramente identificadas por la clase, fue una de las formas más importantes de conseguir ese objetivo.

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